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Adiós a La Bestia: Patrullas y muros para frenar a los migrantes

"Allá afuerita es donde lo matan a uno"

Video Resumen (Entrega 2)

La luz fatigada del atardecer está a punto de dar paso a la noche en el municipio de Apizaco, Tlaxcala.

Sentado en una silla de plástico en el albergue de migrantes La Sagrada Familia, Óscar sube el cierre de su chamarra para cubrirse el cuello del viento frío de enero y rebusca en los bolsillos de su pantalón un cigarrillo que dejó a medias.

"Llegué ayer en La Bestia –el flamazo anaranjado del cerillo deja al descubierto la forma dura y angulosa de sus pómulos-. Me escondí entre unos hierros debajo del tren, muy cerca de las llantas. Y así me voy a ir también esta noche, porque ya he visto que de ahí no te sacan los garroteros ni te ve la policía".

El hondureño de 35 años apoya el cigarro en los labios y da con fruición una calada.

"Sé que es muy peligroso ir así, pero esta es la única opción que nos dejan -exhala por la nariz una bocanada de humo azulado-. Yo sé que está mal ir escondido como si fuera un delincuente –insiste-. ¿Pero qué puedo hacer? Tengo que llegar a Estados Unidos como sea".

Formando un círculo alrededor de Óscar, otros cuatro hondureños descansan al aire libre colocando sus mochilas sobre la cancha de futbol del albergue.

En medio de un silencio tenso, dos de ellos comparten un cigarro para pasar el tiempo. Un tercero, de 17 años y rostro prematuramente envejecido, reza entre murmullos un salmo de una ajada Biblia que sostiene entre las manos. Mientras que el cuarto, un muchacho de piel cobriza, cara redonda, labios finos y unas cejas pobladas que disimula bajo un gorro de lana, observa con expresión grave la hilera de postes que la compañía Ferrosur instaló en 2012 frente a las instalaciones del refugio; hilera que, según documenta La Sagrada Familia, además de impedir a los migrantes subir al tren ha causado hasta la fecha nueve heridos graves –entre amputaciones y traumatismos-, y la muerte en 2014 de un centroamericano al que las ruedas del tren le cercenaron la cabeza tras tropezar con uno de los postes y caer a la vía.

"No sé por qué están tan agresivos con nosotros. Ya me ha tocado varias veces tirarme del tren, aunque gracias a Dios en ese lugar no había de esas cosas –Óscar alza con desgana el brazo en dirección a los pilotes-. Sabemos que el trabajo de Migración es detenernos. Pero ellos también deberían saber que por culpa de esas redadas se está quedando mucha gente tirada. Porque nosotros corremos para el monte y el tren no espera. Sigue su camino y nos deja botados, a la deriva".

El viento sopla fuerte de nuevo, y un par de nubes grisáceas se mueven sin rumbo por el cielo.

A lo lejos, un murmullo apagado comienza a escucharse.

-¿Es el tren que va pa'bajo? –cuestiona inquieto otro hondureño alto y corpulento, que lleva una gorra descolorida de los Yankees.

Óscar da otra calada y aplasta la brasa del cigarro contra la suela de sus tenis.

-No, este sí va pa'rriba –contesta mientras agarra la mochila y se pone de pie con impulso eléctrico.

La puerta del refugio emite un quejido metálico y uno por uno los migrantes comienzan a salir. A unos pocos metros La Bestia asoma la cabeza. Dobla una última curva y enfila la recta que pasa por delante del albergue. Los indocumentados respiran hondo y se encomiendan a la fe para que el vacío de aire que generan los vagones no los estrelle contra los postes ni los lance debajo de las ruedas.

Pero la frustración pronto los invade: sobre uno de los vagones con forma de góndola, la silueta de un hombre vestido de negro, encapuchado y con una aparatosa metralleta en los brazos, echa por tierra el intento de reanudar el camino.

El  encapuchado pertenece a los guardias privados de Ferrosur. Los mismos que, según el albergue La Sagrada Familia "amenazan con armas de fuego a los migrantes para que se tiren del tren en movimiento".

Tras el desfile de "ninjas" –como los llaman los migrantes-, la luz roja parpadeante del último vagón se funde con los durmientes de la vía hasta que desaparece por completo.

-Está muy peligroso treparse si están arriba esos perros –dice un hondureño que lleva anudado al cuello un pañuelo palestino-. Porque esos son los que te arman una tirazón allá más afuerita.

Óscar asiente en silencio, deja la mochila en el suelo, y mete las manos en los bolsillos de la chamarra en busca de otro cigarrillo extraviado.

-Lejos del pueblo es donde lo matan a uno –tercia con la mirada fija en el horizonte, como si aún buscara la estela del vagón de cola-. De veras que esos batos están locos –murmulla-. Están bien locos.

En dos meses, 6 mil migrantes no pudieron subir a La Bestia

Antes de llegar a Apizaco, Óscar admite que había imaginado su viaje de otra manera. Sí conocía los riesgos del camino porque esta no es la primera vez viaja a Estados Unidos. Pero no sabía nada de un plan llamado Programa Frontera Sur ni que el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, advirtió que México estaba decidido "a poner orden en La Bestia", para "impedir que los migrantes pongan su vida en peligro en un tren que es de carga y no de pasajeros".

"Ahora está mucho más duro ir en el tren. Porque antes tenías que cuidarte sólo de los mañosos (delincuentes), pero ahora tienes que cuidarte más de la policía y de Migración", comenta el centroamericano.

La responsable del Programa Asuntos Migratorios de la Universidad Iberoamericana campus Puebla, Irazu Gómez, y quien desde que el Programa Frontera Sur entró en vigor, el 8 de julio de 2014, dirige el servicio de monitoreo de noticias relacionadas con el mismo, resalta que los efectos de la iniciativa de Peña Nieto fueron inmediatos sobre el terreno, y no precisamente para respetar los derechos humanos de los migrantes.

"En el monitoreo se aprecia cómo la principal línea de acción del Programa es la contención para que los migrantes no suban al tren. Esa medida ha sido un golpe durísimo", expone la académica.

"Sólo en los dos primeros meses del Programa –agrega-, las autoridades impidieron a 6 mil migrantes subir al tren. Y en tan sólo tres semanas de agosto pasado, monitoreamos 15 operativos con más de mil 200 migrantes detenidos por el Instituto Nacional de Migración con el apoyo de hasta ocho corporaciones policiacas".

Uno de esos operativos tuvo lugar el 7 de agosto en Guadalajara. Intervinieron hasta 100 agentes, lo mismo de Migración que de la policía, para detener tan sólo a cinco hondureños.

Ese mismo día, en Arriaga y Tapachula, en Chiapas, 150 migrantes fueron capturados en centrales camioneras, restaurantes, hoteles de paso y vías del tren, en diferentes operativos en los que participaron 50 agentes de Migración, acompañados por seis policías federales.

Menos de una semana después, el 13 de agosto, agentes del INM también apoyados por policías estatales y federales detuvieron en un único operativo a 300 migrantes a los que obligaron a bajar del tren en Tenosique, Tabasco. Asimismo, el 20 de agosto, otros 300 migrantes no pudieron abordar La Bestia y fueron detenidos en Los Corazones, localidad oaxaqueña.

Es decir, menos de dos meses después de la presentación del Programa Frontera Sur, México detuvo en tres días de agosto a 750 personas.

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No sólo el Sur: eventos de detención en Puebla aumentan 130%

"Estos datos ponen de manifiesto que, en realidad, la apuesta del Programa Frontera Sur es establecer un gran control migratorio en el país. No los dejan subir al tren, pero les ponen retenes no sólo de Migración, sino también de la Policía Federal, del Ejército, Marina, Policía Estatal, y también de la Policía Aduanera", señala Gómez.

La académica recalca que estos operativos también se realizan "de manera muy callada" más allá de la frontera sur: "Puebla es un ejemplo clarísimo". De acuerdo con la Unidad Política de Migración de la Segob, en 2014 las capturas de migrantes en esa entidad aumentaron 130%, al pasar de poco más de mil eventos de indocumentados detenidos en 2013, a 2 mil 362 el año pasado.

En Aguascalientes aumentaron las capturas de migrantes 104% en comparación con 2013; en Hidalgo 60%; y en Querétero 46%.

En Tamaulipas, los eventos de detención se duplicaron. En Coahuila crecieron 79% y en Baja California 59%. No obstante, cabe precisar que en ninguna de estas entidades se superaron las 7 mil capturas, registro que está muy lejos de Chiapas, donde se contabilizaron más de 50 mil eventos en 2014. La expresión "eventos de detención" es usada porque una sola persona pudo haber sido aprehendida en más de una ocasión.

"México se hace la dama de la caridad con los migrantes"

"En realidad, no es un plan para la frontera sur. Eso es sólo el ridículo nombre que le quisieron poner", plantea la directora de la Misión Scalabriniana para Migrantes y Refugiados en México, Leticia Gutiérrez, quien denuncia que tras la fachada del respeto a los derechos humanos con la que "México se hace la dama de la caridad con los migrantes", hay "una política nacional para desalentar y frenar el flujo migratorio".

Gutiérrez apunta que, además de los operativos, ya se observan sobre el terreno los resultados de una serie de medidas para obstaculizar el tránsito de los migrantes.

Entre esas medidas destaca la construcción, por parte de Ferrosur, de un muro de concreto de varios kilómetros en la zona próxima a la estación de ferrocarril de Tierra Blanca, Veracruz, el cual está aislando tanto al albergue Guadalupano —que se encuentra en las proximidades de la vía— como a los migrantes, pues se complica aún más acceder al refugio.

También menciona la instalación de postes de concreto en Apizaco Puebla, la presencia de custodios privados en el tren, así como una serie de cambios que se están transformando la 'fisionomía' de La Bestia, como la instalación de domos en los vagones para impedir que los migrantes viajen en los techos.

"Estas medidas son la verdadera política migratoria de México", critica Gutiérrez, quien recalca que detrás del veto al ferrocarril anunciado por Osorio Chong no hay una "decisión humanitaria".

"Ese es el argumento más estúpido que se pudo haber usado –dice tajante-. Usaron ese pretexto para justificar que México está haciendo la chamba que Estados Unidos quiere que haga en la contención del flujo que viene de Centroamérica. Pero, en realidad, lo único que buscan es frenar el hambre y el miedo con patrullas y armas".

Aumenta 166% secuestro de migrantes en 2014

La mañana del 3 de marzo la voz del comisionado del Instituto Nacional de Migración, Ardelio Vargas, suena pausada y relajada, pero firme. Al otro lado del atrio, en el auditorio del Club Deportivo Naval de la ciudad de México, un grupo de periodistas escucha el balance que hace sobre sus labores en 2014.

Vargas detalla que el INM encabezó 153 redadas al ferrocarril como parte de 758 inspecciones de migración. Realizó "más de 120 visitas de verificación" a establecimientos en los que presuntamente se explotaban a indocumentados. Desarticuló "tres o cuatro bandas" dedicadas a la extorsión. Y puso a disposición de la Procuraduría General de la República (PGR) a 408 presuntos responsables de cometer agresiones contra los migrantes, de los que "más o menos" 20 recibieron una sentencia condenatoria por ilícitos como tráfico de personas, falsificación de documentos, violaciones sexuales, lesiones, y homicidios.

"De verdad, la operación del Programa Frontera Sur ha sido exitosa –resalta el comisionado-. Si ustedes ven las estadísticas verán cómo los índices delictivos en la ruta del migrante, incluso los accidentes en el tren, han bajado".

Sin embargo, las estadísticas oficiales refieren que varios delitos graves, como el de secuestro, no bajaron durante 2014.

Por el contario, aumentaron.

Así lo reconoce la PGR en el oficio 0001700018415 en respuesta a una solicitud de información pública. En él señala que el número de migrantes víctimas del delito de secuestro subió 166% en 2014: pasó de 133 a 354 casos.

En respuesta a otra solicitud de información con folio 0411100008815 sobre el número de migrantes de origen centroamericano que han sufrido alguna violación de sus derechos humanos –"secuestro, extorsión, víctimas de violación sexual, entre otras"-, el INM informa que en 2014 dio asistencia por el delito de secuestro a 682 migrantes centroamericanos; es decir, 10 veces más que en 2013, cuando asistió a 62 extranjeros.

En el apartado de "trata de personas", la dependencia informa en el mismo oficio que dio asistencia a 29 personas en 2014, prácticamente el mismo número que en 2013, cuando asistió a 33 extranjeros por este delito. Mientras que para el apartado "otros delitos" –sin especificar cuáles-, el INM detalla que el número de centroamericanos asistidos se disparó 176% en 2014, año en que se atendió a 119 migrantes víctimas de algún delito, frente a 43 en 2013.

Asimismo, la Subprocuraduría Jurídica y de Asuntos Internacionales de la PGR informó en el oficio 0001700013715, también en respuesta a una solicitud de información pública, que en 2014 registró 199 averiguaciones previas iniciadas en el fuero federal por el "presumible ilícito de homicidio" contra personas migrantes; 34% más que en 2013, cuando se contabilizaron 148 averiguaciones, y 188% más que en 2012, cuando se registraron 69.

Para los albergues y activistas, sin embargo, estas estadísticas están lejos de reflejar la dimensión real de las agresiones que padecen los indocumentados a su paso por México.

El director de la Casa del Migrante de Saltillo, Alberto Xicontécatl, explica que "la mayoría" de los abusos y de las violaciones a derechos humanos quedan fuera de las cifras oficiales debido a que los migrantes, o tienen miedo de denunciar a las mismas autoridades que los agredieron, o prefieren continuar el camino "para pasar lo más rápido posible por México" y llegar a Estados Unidos.

"El delito que más se repite y que no se ve es el de la extorsión", apunta por su parte Germán Guillermo, presidente de la asociación Casa del Migrante Santa Faustina Kowalska, en Coatzacoalcos, quien añade que además de los dos motivos expuestos por Xicontéctatl, el migrante tampoco denuncia porque tras la implementación del Programa Frontera Sur es agredido en los montes y zonas alejadas de las poblaciones, lo que favorece la impunidad de los criminales.

El cónsul de la República de El Salvador en Arriaga, Chiapas, José Antonio Domínguez, tampoco ve claros los resultados del Programa Frontera Sur en cuanto a la seguridad de los migrantes. Incluso, no tiene reparos en apuntar que la situación para sus connacionales ha empeorado.

"Tenemos 300 casos que incluyen extorsiones, golpes, violaciones y robos -detalla el diplomático-. Por lo que en 2014 no podríamos decir que hubo una reducción a las agresiones. Al contrario, en los meses de agosto, septiembre y octubre, hubo un incremento muy fuerte de actos delictivos, sobre todo en esta zona que va de Arriaga hasta Tapanatepec", señala Domínguez.

"¿Sabes volar?"

El salvadoreño Vicente, de 33 años, es uno de esos migrantes que ha padecido un "calvario" desde que entró a México. Casi sin darse tiempo para respirar, narra que antes de llegar a Puebla, en donde repone fuerzas en la Casa del Peregrino, fue "correteado" por agentes de Migración en Tapachula, Chiapas, quienes le exigieron que se "mochara" con 100 dólares para dejarlo ir.

Luego, intentaron asaltarlo varias veces. Una de ellas en Ixtepec, en el estado de Oaxaca.

Ahí, pandilleros de la Mara Salvatrucha –organización que mantiene una lucha encarnizada con su némesis, Barrio 18, por dominar el tráfico de drogas y otras actividades delictivas en el Triángulo Norte de Centroamérica, y que además hace labores de sicariato al servicio de los cárteles de la droga mexicanos que mejor paguen-, le pidieron "la cuota" para subir al ferrocarril, sin que ninguna de las autoridades que custodian a La Bestia estuviera cerca para impedirlo.

"Me salieron unos tipos y me dijeron: 'somos de la mara, ¿cómo la ves? Y nos vas a pagar una cuota acá; danos 200 dólares para que subás al tren. Porque si no pagas, te vamos a machetear'", cuenta el centroamericano, quien después de pagar una 'mordida' a los agentes de Migración no tenía dinero para el 'boleto' de los mareros, por lo que tuvo que caminar para rodear garitas, hasta que subió a otro tren que hizo una parada a las afueras de Ixtepec.

Kilómetros adelante, ya en el estado de Veracruz donde el cártel de Los Zetas ha impuesto su ley a base de homicidios, cobro de extorsiones y secuestros de migrantes, otro grupo de mareros subió al tren y comenzó de nuevo a cobrar a los indocumentados. Oculto en un "hoyo" de los vagones, atestiguó en silencio un homicidio y una violación.

"Era un señor que viajaba con su hija. Se acercaron y le pidieron los 200 dólares. Él les dijo que no traía dinero y entonces le preguntaron si sabía volar. Como no pudo pagar, lo tiraron del tren y a su hija la violaron. El señor se murió bien feo –el migrante baja la voz, como si siguiera oculto entre los fierros-. Se golpeó con las muelas donde van anclados los vagones, y luego cayó a las ruedas. Se hizo pedazos".

"En Veracruz es donde más sufrimos", reanuda la plática y cita de corrido las cuatro poblaciones que ya en 2011 fueron señaladas en un informe especial por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) como focos rojos de secuestros: Coatzacoalcos, Tierra Blanca, Medias Aguas, y Orizaba. "Esas son las partes más criminales. Ahí no podemos dormir ni en las calles, porque amaneces en una camioneta maniatado y encapuchado", dice.

Cuenta que eso les pasó a cinco migrantes con los que esperaba la salida del tren en Tierra Blanca.

Vicente se deja caer en un banco al amparo de la sombra que ofrece un árbol menudo. Se estira hacia atrás y deja al descubierto durante unos segundos una cicatriz de un par de centímetros que le nace en el bajo vientre y le bordea el ombligo hasta llegar a la boca del estómago.

"Esta me la hicieron los mareros con un machete, también ahí en Tierra Blanca –se sube la playera del Manchester hasta el pecho-. Fue la primera vez que migré pa' Estados Unidos, en el 2008".

El centroamericano se baja de nuevo la camiseta y sonríe cansado.

"Ya ve. Esto es lo que nos pasa a los migrantes en este camino –encoge los hombros y muestra las palmas de las manos, como si preguntara si realmente merece la pena-. Y todo esto, por un sueño".

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